Calle 23, el Epicentro del Crecimiento de la Población Latina en Richmond

Reportaje, Monica Quesada

 

Harlem Masters, un Afro-Americano que se mudó a Richmond en el 2005, trabaja en la muy transitada intersección de la calle 23 y la avenida Clinton, asistiendo a peatones a cruzar la calle. “A esta calle la llaman Pequeño Mexico,” dijo Master, al mismo tiempo que ayudaba a un par de niños Latinos a cruzar de manera segura.

Esta parte de Richmond no siempre fue conocida como Pequeño Mexico. De hecho, es un fenómeno relativamente reciente que resalta cuan rápido la fachada étnica y racial de la ciudad está cambiando.

Hoy en día, los Latinos son el grupo étnico más grande de Richmond, con un 39.5 por ciento del total de la población, seguido de los Caucásicos (31.4 por ciento) y Afro-Americanos (26.6 por ciento), según el censo del 2010. Sin embargo, tan solo doce años atrás, los números del censo contaban una historia diferente. En el 2000, los Afro-Americanos eran el grupo racial más grande de la ciudad, con 36.1 por ciento, seguido de Latinos (26.5 por ciento) y Caucásicos (21.4 por ciento).

La floreciente población Latina de Richmond ha crecido alrededor de los negocios de la Calle 23, y rara vez ha sido más visible que en años recientes durante la celebración del festival del Cinco de Mayo.

No es sorpresa que, a medida que el festival se acerca, la Asociación de Mercaderes de la Calle 23 está liderando la organización. La asociación fue fundada en el 2007 cuando 15 mercaderes Latinos se apoderaron del planeamiento del festival. Hoy en día hay mas de 300 negocios asociados, todos con un objetivo en mente: hacer del Cinco de Mayo una celebración de la cultura Latina, orientada hacia la familia.

Rafael Madrigal, presidente de la asociación, creció en Richmond y recuerda ser uno de los pocos Latinos en el vecindario. Pero ahora, el dice que “la Calle 23 is el centro Latino de Richmond, como Fruitvale is de Oakland y la Mission es de San Francisco.”

Rochelle Monk de la oficina de administración de la ciudad dice que la forma en que la asociación tomó control de la celebración es un “buen ejemplo” de como organizaciones comunitarias pueden adueñarse de un evento y hacer de él un éxito. Cortes presupuestarios en la ciudad, según Monk, han hecho que sea difícil financiar eventos como el Cinco de Mayo, y ella duda que la celebración existiría del todo si no existieran grupos comunitarios como la Asociación de Mercaderes.

Antes de que la asociación liderara el festival, dijo Monk, las celebraciones del Cinco de Mayo en Richmond eran estropeadas por el vandalismo. Fiesteros dañaban carros y fachadas de negocios, y muchos de esos que fueron arrestados ni siquiera eran de Richmond.

Rigoberto Mendoza, dueño de “Rigo’s Auto Sales” en la Calle 23 y uno de los fundadores de la asociación, recuerda como las celebraciones del Cinco de Mayo, ocho o nueve años atrás, siempre terminaban en confrontaciones entre los participantes del festival y la policía.

Las confrontaciones acabaron, según Mendoza, cuando la Asociación de Mercaderes de la Calle 23 se involucró. “Cuando los negociantes nos metimos en medio de la comunidad y la policía, la relación mejoró,” dijo Mendoza.

Sergio Rios, dueño de Bob’s Cleaners en la Calle 23, es también uno de los fundadores de la asociación. El dijo que los negociantes decidieron monitorear las calles unos días antes y después del cinco de mayo, pidiéndole a la gente que se comportaran y que mantuvieran el festival como un evento orientado a la familia.

Juzgando por los números, los esfuerzos de la asociación han logrado no sólo un Cinco de Mayo más seguro, sino también uno mucho más popular. En el 2007, el primer Cinco de Mayo oficialmente organizado por la asociación, cerca de 6,000 personas asistieron. En el 2011 ese número creció a 100,000 participantes.

“Nosotros organizamos la fiesta más grande del estado, y no cobramos (entrada),” dijo Madrigal.

Aunque la mayoría de los miembros de la asociación y de la calle 23 son negociantes Latinos, no son los únicos miembros. Según Madrigal, entre un 30 y un 35 por ciento de los miembros son negociantes Afro-Americanos, Asiáticos y Caucásicos.

Yvonne Boswell es Afro-Americana nacida y criada en Richmond, y es la directora del “Happy Brown Bear’s Preschool/Daycare” en la calle 23 y la avenida Gaynor, donde ha trabajado por 20 años. Boswell es miembro de la asociación y dice que siempre se ha sentido bienvenida, aunque no habla español.

Hermin Dowe, originaria de Jamaica, tiene una firma de abogacía en la Avenida San Pablo. Miembro de la asociación por los últimos cinco años, Dowe dijo que la asociación le a permitido conocer un grupo agradable de personas de la comunidad y construir una red de negocios.

Eloisa F. Martinez, conocida como Lilly, fue la primera en abrir un salón de belleza de habla hispana en la calle 23, hace más de 20 años. Dice ella que cuando vino a Richmond sólo habían unos pocos negocios de Latinos. Hoy en día, Martinez dijo que su negocio a mejorado debido al creciente número de Lations en la zona.

A pesar de que el comercio a mejorado, Martinez no oculta sus preocupaciones. “Lo que no nos gusta es que pasan muchas prostitutas y que hay unos traviesos que hacen graffiti,” dijo mientras miraba a las ventanas que instaló recientemente en la fachada de su negocio. Alguien rayó las letras “BLAH” en cada uno de los paneles de vidrio.

Norberto Ruiz, dueño de Discolandia y otro de los fundadores de la asociación, comparte las preocupaciones de Martinez. “Antes cerrábamos a las 9 p.m., pero ahora cerramos a las 8 p.m.,” dijo Ruiz. “La gente tiene miedo de salir a la calle en la noche por los peligros que trae la prostitución,” añadió.

Según Ruiz, el problema ha empeorado en los últimos dos años. El dijo que le gustaría ver a la policía atacar más activamente la prostitución y espera que la Asociación de Mercaderes de la Calle 23 también se involucre en resolver el problema.

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