Richmond y Chevron: Una Historia de Amor y Odio

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Por Edgardo Cervano-Soto

Por más de 100 años, las historias de Richmond y Chevron han sido entrelazadas, a medida que a veces parecen como reflejos el uno del otro – hermanos rivales que comparten el mismo ADN pero no pueden dejar de pelear.

El pasado verano, la relación se volvió tensa, una vez más, debido a la explosión de la refinería Chevron (que posteriormente se consideró evitable por los investigadores) que avivó incendios políticos que ya se estaban calientes, entre los partidarios de Chevron y los ambientalistas dentro del ayuntamiento. Las preguntas planteadas por ambos lados se han preguntado muchas veces antes: ¿Está Chevron pagando su parte justa? ¿Se debe arriesgar la ciudad a penalizar su mayor fuente de empleos e ingresos? ¿Qué pasaría si Chevron decidiera recoger y marcharse? ¿Ejerce la empresa demasiada influencia sobre los políticos locales? Estas preguntas aluden a un desequilibrio de poder entre Richmond y Chevron, sin embargo, rara vez la discusión se centra en el hecho de que la ciudad y la empresa dependen uno del otro.

Hay una percepción errónea común de que Chevron, una vez conocida como Standard Oil, construyó a Richmond. Sin embargo, la formación de Richmond y su eventual surgimiento como una potencia industrial a mediados del siglo XX es anterior a Standard Oil. La transformación de Richmond como una comunidad basada en la agricultura a una ciudad industrial moderna se inició a finales de 1880 cuando promotores inmobiliarios estadounidenses compraron y convirtieron los ranchos españoles de California en bloques informales, al igual que los españoles antes de ellos transformaron el paisaje natural que fue el hogar de los indios Huichin de la tribu Ohlone, en tierras de cultivo.

En 1900, Augustin S. Macdonald, un desarrollador de bienes raíces de Oakland, compró las llanuras del este de Richmond después de que convenció a la Compañía de Ferrocarril Santa Fe establecer una terminal ahí. Macdonald subdividio el terreno en lotes y los vendió. La subdivisión creó un plan de bloque y una nueva vía, Macdonald Avenue. Debido a su proximidad a la terminal de ferrocarril y la accesibilidad de Macdonald Avenue, los lotes a la venta se convirtieron deseables. Fue en ese momento, en 1901, que John D. Rockefeller llevó a Standard Oil a Richmond. La compañía de Rockefeller ya estaba envuelto en polémica, por las acusaciones de que había monopolizado la industria petrolera en violación de la Ley Sherman antimonopolio. La refinería de Richmond fue una de las miles operadas por Standard Oil en todo el país.

La refinería Standard Oil comenzó a producir petróleo en el Cuatro de Julio, 1902. La refinería creció en forma sostenida, con el tiempo ocupando cerca de 1.800 acres de terreno y convirtiéndose en el mayor empleador de la zona. La presencia y los ingresos procedentes de Standard Oil y el Ferrocarril Santa Fe dio paso a las industrias adicionales a lo largo de la costa de Richmond.

La gran cantidad de ingresos que se generaron por las nuevas industrias de la ciudad hizo necesario un gobierno funcional de la ciudad, y los empresarios y terratenientes lideraron los esfuerzos para establecer un liderazgo político en Richmond. Sus acciones llevaron a la creación de asociaciones empresariales y un organismo gubernamental que actúo en conjunto con las empresas para atraer más industrias. En menos de diez años después de su constitución, la población de Richmond creció de 2.000 en 1905 a cerca de 10.000 en 1912. El rápido crecimiento de la ciudad la impregno con confianza. Los líderes de la ciudad y empresariales de Richmond se declararon “El Pittsburgh del Oeste”, y la participación de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial impulsó la refinería a producir más productos de combustión que nunca.

Sin embargo, Richmond aún no se había convertido en la ciudad moderna que es hoy. La población de la ciudad estaba compuesta en su mayoría de residentes de California por mucho tiempo y un número menor de inmigrantes europeos que llegaron a trabajar en las industrias. Pero a medida que el número de empleos creció, también lo hizo el número de grupos minoritarios: los afroamericanos, japoneses, italianos, chinos y mexicanos. Estos grupos étnicos ocuparon los peldaños más bajos de la escala de empleo industrial, a menudo viviendo en zonas insalubres y no incorporadas de Richmond. Sin embargo, las relaciones raciales en el Richmond pre-Segunda Guerra Mundial eran plácidas. Las minorías podían disfrutar de una vida en Richmond, siempre y cuando respetaran las jerarquías raciales y étnicas.

El esfuerzo de movilización de la Segunda Guerra Mundial fue otra bendición para la economía de Richmond. Puestos de trabajo en los astilleros de Richmond atrajeron a miles de personas, muchos de los cuales eran parte de una migración del sur de la costa oeste. La población de Richmond pasó de 23.000 en 1940 a un abrumador 100.000 en 1944. Los recién llegados también aseguraron puestos de trabajo en la refinería, ayudando a Standard Oil satisfacer la demanda por el petróleo en tiempo de guerra. Incluso la compañía fue homenajeada por el gobierno estadounidense por su papel en el esfuerzo militar. Cuando se alineaban sus intereses, tanto Richmond y Standard Oil prosperaron. Los Astilleros Kaiser tal vez hayan superado a Standard Oil como el mayor empleador de la ciudad, pero la sed de la nación por el petróleo y la monopolización de la industria por parte de la empresa la ayudaría a sobrevivir y prosperar, mucho después de que la guerra terminara.

Sin embargo, fue después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Standard Oil se convirtió en Chevron, que la tensión entre la empresa y los residentes de la ciudad comenzó a crecer. Chevron fue el mayor empleador de Richmond en la era posguerra. Innovaciones como el desarrollo de aditivos de la gasolina para mantener limpio los carburadores en 1954, mantuvieron a la empresa lucrativa. Mientras tanto, la mayoría de los afroamericanos migrantes y las minorías étnicas que habían venido a Richmond para el empleo en tiempos de guerra se quedaron, pero fueron relegados a vivir segregados en proyectos de vivienda pública y en los barrios con altos números de desempleo. Las pérdidas experimentadas por otras industrias, la reubicación blanca y la desinversión en el centro de la ciudad tuvieron un impacto negativo en las comunidades afroamericanas y de las minorías ahora viviendo en el centro.

La desregulación y la privatización sin límites era la tendencia en las décadas por venir. Al igual que muchas otras ciudades industriales, Richmond experimento desinversión gradual y la pérdida de empleo, mientras que la propia Chevron disfrutó de un éxito sin precedentes. El centro de Richmond era ahora dependiente del éxito de las pequeñas empresas, mientras que Hilltop Mall y otros centros comerciales restaron poder económico del centro.

Para la década de 1980, Richmond estaba reflejando otra tendencia nacional. Las altas tasas de consumo de drogas, en forma de crack, surgieron en los barrios pobres de minorías de la ciudad, devastando más a esas poblaciones. Por el contrario, los años 80 representaron el pináculo del éxito de Chevron. Para entonces, la refinería había expandido sus operaciones al procesamiento de crudos de alto contenido de azufre, construyendo tanques de almacenamiento de cargamentos marítimos y desarrollando el procesos de refinación para aumentar sus existencias de aceite lubricante. En ese momento Chevron también presentó Techron, el primer aditivo desarrollado para vehículos que funcionan con gasolina sin plomo. Las divergentes trayectorias económicas de Chevron y Richmond sentaron las bases para disputas más grandes en la década de 1990.

Respondiendo a la creciente desigualdad económica y la injusticia ambiental, los activistas locales de Richmond empezaron a cuestionar públicamente a Chevron, empezando un discurso que continúa hasta hoy. Según la Coalición de Tóxicos del Oeste del Condado, entre 1989 y 1995, hubo 304 accidentes en la refinería Chevron como incendios, derrames, fugas, quema y fugas de gases tóxicos. La presión de los grupos medioambientales en ocasiones obligó a Chevron a reconocer su mal manejo de la refinería, en un caso después de una explosión el 25 de marzo 1999, que envió a cientos al hospital.

Hoy, la relación es sin duda aún más intensa debido en parte a la creciente presencia de los progresistas en el gobierno local, incluyendo la alcaldesa del Partido Verde Gayle McLaughlin, quien ha criticado públicamente a Chevron por la falta de transparencia. De 2009 a 2011, Chevron y la ciudad de Richmond se enredaron en una batalla legal por el cumplimiento de Chevron de las normas ambientales relacionadas con la renovación de la refinería envejecida. Las cosas empeoraron el año pasado, cuando el 6 de agosto, un incendio estalló en la refinería. El fuego puso a toda la ciudad en encierre de las 6:15 pm hasta las 11:15 pm y envió a 15.000 personas en busca de tratamiento médico. La Ciudad de Richmond se encuentra en una posición de legalmente demandar a Chevron por daños y perjuicios, y el impacto económico total todavía se está estudiando. Un reciente informe presupuestario emitido por la Ciudad de Richmond y el Distrito Escolar Unificado de West Contra Costa mostró valores estimados de propiedad en la ciudad disminuyendo de 14.6 por ciento para el 2013-2014. El Gerente Municipal de Richmond Bill Lindsay ha estimado que costará $ 6.1 millones de dólares en ingresos fiscales para cubrir el descenso, que es al menos parcialmente atribuible a una disminución del valor de la refinería después del incendio, según ha informado el Asesor del Condado de Contra Costa Gus Kramer.

Mientras aún no está claro cuál es el futuro de esta relación centenaria, no puede haber duda de que Richmond y Chevron están en la encrucijada. ¿Podrán los dos lados reunir la energía para ver la relación avanzar hacia una nueva era? ¿Y cómo se vera esa época? Sólo el tiempo lo dirá.

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