Nuevo Programa para Papás Que se Quedan en Casa Echa Raíces en Richmond

Por Sukey Lewis

Fuera de su pequeño apartamento en Richmond, Honesty, la hija de nueve meses de Travis McGee, detiene su pecho mientras él manda a sus otros dos pequeños a la sala llena de juguetes y ropa. Al igual que todos los nuevos padres, McGee ha estado agotado, asustado y enamorado–durante los últimos seis años.

“¿Dormir?”, dice riendo a la ligera, “Ya ni sé lo que es dormir”.

Desde que perdió su trabajo el pasado otoño, McGee se ha quedado en casa con los niños mientras la mamá trabaja.

“Por mucho que me gustaría estar trabajando en este momento”, dice, “[Yo] no puedo mejorar la experiencia que estoy recibiendo al estar aquí con ellos todos los días”.

McGee no está solo. Más papás se están quedando en casa para cuidar de sus hijos que nunca, según un estudio de 2014 por el Centro de Investigación Pew. Y como señala McGee, junto con la alegría de ver a tus hijos crecer, viene mucho trabajo.

En los barrios de bajos ingresos en el condado de Contra Costa, más hombres como McGee han estado apareciendo en los centros de recursos familiares acompañados de sus hijos, pidiendo ayuda. En respuesta, First Five de Contra Costa y la organización no lucrativa Brighter Beginnings el otoño pasado lanzaron un nuevo programa de visitas al hogar solo para los papás.

Desde enero, McGee ha estado recibiendo ayuda muy necesaria de Chris Gibson, un coach de participación de padre para el nuevo programa.

“Cuando Travis primero se involucro en el programa, era distante, no se abría”, dice Gibson. “Estaba bien, pero no estaba bien. Un día nos reunimos y platicamos y las cosas se abrieron de manera drástica”.

Para McGee, lidiando con el desempleo y tres niños menores de cinco años ha sido estresante. Pero él dice que ser capaz de abrirse a Gibson ayudó a aliviar algo de ese estrés.

“Si necesito alguien con quien hablar acerca de lo que estoy pasando, no hay nadie escuchando [pero] él escucha”, dice McGee. “Porque simplemente acumulas, sigues acumulando la emoción reprimida, sólo va a explotar de una manera u otra. Así que, quiero decir, Chris, no puedo ni siquiera explicar lo útil que él ha sido”.

Sería muy difícil para McGee obtener esta ayuda si Gibson no viniera a su casa cada par de semanas. Con tres niños, McGee dice que cruzar la ciudad en un autobús a la oficina sería casi imposible.

Muchos de los papás que visita Gibson tienen limitaciones de una u otra clase– puede que están sin empleo, en libertad condicional, o tienen problemas de salud– pero todos quieren ser mejores padres. Él les da consejos prácticos sobre el cuidado de niños, y los anima a que confíen en sus propios instintos.

“Tú eres el experto en tu hijo”, Gibson les dice a los padres con quien trabaja. “Tu conoces a tu hijo, tu pasas la mayor parte de tu tiempo con este niño. Ya sabes lo que significan ciertos gritos. El pequeño bebé Travis, a veces es difícil de entenderlo. Pero Travis – sé cuando quieres esto, aquello y lo otro”.

First Five ha estado apoyando las visitas a domicilio para las madres durante los últimos 10 años. El otoño pasado, puso en marcha un programa piloto para responder a las crecientes demandas de los papás que se quedan en casa como McGee.

“Vimos un cambio real durante la recesión y muchos más padres se estaban quedando en casa con los niños, ya que, en ese momento, las mujeres podían salir y conseguir un trabajo”, dice la oficial de programas de desarrollo de la primera infancia Lisa Morrell. “Y así, de repente, eran ellos los que se encargaban de cuidar de los niños y tenemos centros de recursos familiares en estas comunidades y, de repente, ellos empezaron a aparecer con sus hijos diciendo, ‘¿Qué hago? Mi esposa dijo que viniera aquí'”.

La investigación muestra que estas visitas a domicilio pueden hacer a las familias más resistentes.

“Pueden reducir el abuso de menores. Si estás en el hogar con las familias, se pueden detener las cosas a medida que surjan”, dice Morrell. Aunque es sólo un programa piloto en este momento, ella dice que si todo va bien planean expandirlo para llegar a más padres de bajos ingresos y sus familias en los próximos años.

Aquí, en Richmond, donde el desempleo, la pobreza y el crimen todas pueden ser las principales barreras a la salud y el desarrollo, los papás necesitan toda la ayuda que puedan conseguir.

“No quiero que mi hijo tenga que crecer y ver cosas que he tenido que ver, pasar a través de cosas que yo tuve que pasar,” dice McGee. “Quiero decir, me han disparado en varias ocasiones, simplemente caminando. Y yo no quiero que uno de mis hijos sea una estadística”.

Gibson también creció en Richmond. Mientras ayuda a McGee con encontrar un trabajo y llenar las solicitudes de atención infantil, él se ve a sí mismo cambiando su ciudad natal.

“Mientras que podamos cambiar la comunidad cambiando las familias individuales, es enorme”, dice Gibson. “Es enorme. Y es sólo una familia a la vez”.

Aún así, Gibson dice que él es sólo una persona trabajando para un programa a tiempo parcial–y hay muchos nuevos papás naciendo todos los días.

Esta historia apareció por primera vez en KQED.org

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