Composition with a smiling man, a mountainous illustration, a striped design and the words "native to America" and "guatemalteco"

Por qué abandono “latino” como parte de mi identificación

Composition with a smiling man, a mountainous illustration, a striped design and the words "native to America" and "guatemalteco"

Read in English

Por Denis Pérez-Bravo

He abandonado “latino” como el término con el que me identifico personalmente.

Para mí, identificarme con orgullo y sin lugar a dudas como latino borra los cientos de años de historia que mis ancestros indígenas acumularon en su cultura y sociedades antes de la conquista europea de las Américas.

Durante mucho tiempo estuve confundido acerca de quién soy, de dónde vengo y cómo me presentaría.

Ahora, me identifico con orgullo como un hombre indígena moreno de Guatemala, un descendiente del pueblo Mam, una cultura maya.

Nací en Tecate, Baja California, México. Mi mamá visitaba a nuestra familia en Tecate con frecuencia. Tres meses después de mi nacimiento, regresó a San Marcos, Guatemala. Nos quedamos allí por tres años, luego pasamos dos años en México y finalmente emigramos a West Oakland en 2001. No he podido visitar Guatemala desde que tenía 3 años.

Durante mucho tiempo me consideré simplemente mexicano. En la escuela primaria en Oakland, la mayoría de mis amigos eran mexicanos e incluso aquellos que eran salvadoreños o beliceños eran llamados mexicanos por los blancos, asiáticos o afroamericanos.

Mis amigos y yo nunca nos consideramos latinos hasta la middle school, cuando el término se volvió más común. Mi amigo beliceño Andy lucho con ser llamado mexicano. Lo odiaba. Y en la middle shool, él fue quien adoptó rápidamente el término latino e influyó en nuestros amigos para que nos llamáramos latinos con orgullo.

Andy no ignoraba su identidad beliceña. Usó el término latino como un puente para que la gente lo reconociera como una persona morena de un país centroamericano en lugar de otro niño mexicano.

Pero yo me sentí representado como un joven mexicano. Veía fútbol mexicano, comía comida mexicana y miraba programas de televisión mexicanos. Y en la escuela siempre se me presentó la historia mexicana y mexicoamericana, lo que hizo que fuera fácil identificarme como mexicano e ignorar mis raíces guatemaltecas.

Pero cuanto más usaba “latino”, más comencé a cuestionar qué significaba eso realmente. Especialmente cuando les preguntaba a mis padres de dónde venía nuestra familia.

Mis padres siempre me contaban historias de sus vidas en Guatemala e historias de sus padres y abuelos, pero no fue hasta mis años de middle school que comencé a preocuparme profundamente por ellos.

En la high shcool, cuando aprendí más sobre la historia de mi familia y la historia de la colonización, comencé a cuestionar por qué nunca me consideré guatemalteco. Me pregunté por qué “mexicano” y “latino” eran suficientes para representarme cuando, en realidad, esos dos términos solo tocaban la superficie de lo que realmente soy. Me pregunté por qué no anhelaba tener más conocimiento de mis tierras montañosas ancestrales de San Marcos, Guatemala, y su pueblo indígena.

Creo que como colectivo, especialmente en el Área de la Bahía, las generaciones de personas de Sudamérica y Centroamérica que han sido desplazadas de sus hogares han llegado a comprender que la herencia de nuestros antepasados, lo precolombino, lo prehispánico y lo de antes de la inmigración es lo que nos hace quienes somos. Nuestros bisabuelos vivieron una vez sus formas de vida como indígenas.

Hoy, me enorgullezco de las historias que me cuenta mi madre de mis bisabuelos en Guatemala. De sus largas caminatas por las montañas. Sus paseos diarios por el bosque a recoger hojas para envolver tamales. Del idioma Mam que hablaban. De la familia reunida todas las noches alrededor de una fogata mientras calentaban el café de olla.

Cuando camino por las montañas a mi alrededor para apreciar la naturaleza y el Gran Espíritu, mientras lavo hojas de plátano y preparo tamales, y cuando bebo café de olla con mi familia mientras hablamos en comunión, encuentro consuelo que el espíritu de mis antepasados y las costumbres siguen vivas en mí.

El idioma Mam es un poco más difícil de practicar y no me di cuenta de su existencia hasta mi adolescencia. Pero estoy tratando de aprender todo lo que pueda, y en Richmond, el idioma Mam está vivo y se habla en la población guatemalteca que vive aquí. Eso me hace feliz.

Al celebrar el Mes de la Herencia Hispana, recuerdo que no es solo un recordatorio para celebrar la revolución, sino un llamado a la resistencia. Las Américas y también el Caribe no han sido completamente conquistados; nuestros ancestros indígenas todavía existen en nosotros.

No Comments

Post A Comment

Enjoy our content?  
SIGN UP FOR OUR NEWSLETTER
JOIN TODAY
close-image